jueves, 28 de octubre de 2010

CEMENTERIO GENERAL DE GUATEMALA








El primer cementerio que se construyó en la ciudad de Guatemala estaba situado en la parte posterior de la Catedral, en el siglo XVIII, donde ahora funciona el Mercado Central. 



Este cementerio nació cuando se proyectó la Catedral, cuya construcción se inició en el año de 1782, colocándose la primera piedra el día del Apóstol Santiago, el 25 de julio a las 4 de la tarde.


Se estrenó aún sin estar terminado, el día 15 de marzo de 1815. 


 Antes de esa construcción había sido utilizada como catedral la 
iglesia de Santa Rosa, siendo su Arzobispo Cayetano Francos y Monroy. 


Este cementerio fue el primero de la ciudad en reconocerse como tal, se le consideró como una extensión de las bóvedas de la catedral, pero en un área exterior.  


Se ubicó en la plazuela del Sagrario, detrás de la catedral Metropolitana.  


Las bóvedas de catedral fueron bendecidas al momento de efectuarse el primer entierro, el del Canónigo Lic. Antonio Alonso Cortés, quien fuera inhumado el 18 de octubre de 1792.









Asimismo, se utilizó como necrópolis el predio de la parroquia de Los Remedios, en la misma centuria, donde actualmente se encuentra el parque Enrique Gómez Carrillo.



Este pequeño cementerio era un lugar sucio, feo e insalubre, y fue hasta el gobierno de Mariano Gálvez –cuando se construyó el cementerio que estuvo atrás del Hospital- que este lugar fue saneado.  Posteriormente, el terreno fue utilizado por la Municipalidad de la ciudad para construir un mercado público. 


Dicho lugar fue llamado el  cementerio de los Pobres o de varias creencias debido a que se trasladaron a él, los restos de las personas fallecidas que no ameritaban ser inhumadas en las criptas de la Iglesia Catedral y que no profesaban la religión 
católica, como lo menciona Batres Jáuregui en “Cementerios de Guatemala de la Asunción”.  


La extensión del cementerio era reducida, debido a que el número de habitantes de la nueva ciudad era pequeño.  Sin embargo, este cementerio cumplió su misión casi desde el inicio del traslado de la ciudad, hasta que desapareció en 1831.

En 1831, el Gobierno ordenó la clausura de camposantos en el interior de la ciudad y se creó el Cementerio de San Juan de Dios, junto al hospital del mismo nombre, en la actual Av. Elena y 9ª. calle “A”. 


Sin embargo, con el crecimiento de la ciudad, en 1876 se inició la búsqueda de un predio más amplio, de tal manera que el actual Cementerio General, adscrito al Hospital San Juan de Dios, se estableció en 1881. 


El trazo se atribuye al agrimensor e ingeniero Alejandro Prieto, mientras que el constructor del edificio principal fue Luis Monzón.



Aunque el Camposanto de San Juan de Dios surgió como una necesidad interna del Hospital, ya que los pacientes que fallecían en él se inhumaban en este cementerio; fue transformado en el cementerio oficial a través del Acuerdo de fecha 12 de abril de 
1831 emitido por la Asamblea Nacional Legislativa que tenía como presidente a Mariano Gálvez. 

Sin saberlo, las autoridades habían elegido un antiguo asentamiento maya del período Preclásico Tardío, construido 200 años antes de Cristo. 




Fue denominado Cerritos y, originalmente, se designó para mausoleos o sepulcros monumentales de personajes destacados de la sociedad del siglo XIX. 

No fue sino hasta el 14 de noviembre de 1866, a través de Acuerdo Gubernativo que se aprobaron los Estatutos del Hospital General, formulados por la Hermandad de la Caridad. 

Las nuevas instalaciones del cementerio del Hospital General comenzaron a funcionar hasta 1833, ya que el gobierno mediante Decreto de fecha 30 de diciembre de ese año aprobó el reglamento del cementerio formado en el campo del hospital general. 

Como producto de esto, la Asamblea Legislativa decretó la 
necesidad de construir cementerios en toda la república, el 22 de agosto de 1834.




El Cementerio General de la Ciudad de Guatemala se encuentra asentado en un sitio arqueológico que perteneció en 1865 a la finca conocida como “Potrero de García”, específicamente sobre un montículo perteneciente al grupo de Kaminal Juyú, al oeste de la capital, con vista sobre una profunda barranca que separa este lugar del de Kaminaljuyú. 






El más alto de los montículos, situado hacia el este, encierra la tumba del general Justo Rufino Barrios.




Tiene sus límites así: al Oeste colinda con la colonia La Verbena y el cementerio del mismo nombre; al Este con la Av. Elena, zona 1; al Norte con el barrio El Gallito y al Sur con el cantón Barrios.


Está a una altura de 1,520 metros sobre el nivel del mar, latitud de 14°37’43 y una longitud de 90°31’38”.


El cementerio establecido para la ciudad capital en ese momento, 
albergaba a los difuntos que en el pasado se encontraban en el Camposanto del Sagrario.
  
A partir del 17 de julio de 1835 se estableció que las bóvedas subterráneas de los templos, ya no se utilizarían para enterramientos civiles, sino únicamente para obispos, canónigos y arzobispos.









El Cementerio de San Juan de Dios se inauguró el 12 de marzo de 1837 para lo cual se organizó una procesión para trasladar los restos de varias personas que estaban en la Catedral y en el cementerio del Sagrario hacia las nuevas instalaciones.


El terreno de la necrópolis fue distribuido en tres áreas: una para panteones o sepulcros familiares (mausoleos), otra para sepulturas colectivas en edificios o columbarios, también llamados galerías, y por último un terreno para personas pobres, en la tierra, llamado La Isla.



El cementerio colindaba con un callejón que después se llamó “Calle del Viejo Cementerio”.  


El cementerio tenía muros que daban hacia el poniente, frente a los cuales se encontraba el llamado “Llano de San Juan de Dios”, uno de ellos constituía parte del osario. 



Con el paso del tiempo, las familias con mayores recursos económicos ordenaron la construcción de hermosos conjuntos funerarios, de los cuales queda una amplia variedad. 



En el cementerio de San Juan de Dios podían observarse los sepulcros de varias personalidades de la época, como don Mariano Aycinena, don Mariano Rivera Paz, don Venancio López, don Miguel Larreinaga.  

En el sepulcro de éste último podían leerse las siguientes inscripciones: 

 “Nascentes morimus, 
finisque ab origene pendet, ipsaque vita sua germinis habet” y “Vitiis sine nemo nascitur, optimus ile est qui minimus urgetur”,  cuya traducción es la siguiente: 


“Nacemos para morir, el fin depende del principio”, “Nadie nace sin vicios, el mejor de todos es aquel que tiene menos.”


En 1854, el Secretario de la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Caridad del Hospital de San Juan de Dios señaló que el área del cementerio debía ampliarse; no fue hasta poco tiempo después que la Municipalidad dispuso otorgar la calle que dividía el 
cementerio al área del mismo.


Dicho Camposanto fue calificado de insalubre lo que ocasionó efectos negativos en la población, ya que el ingreso de los cuerpos se efectuaba a través del hospital.  


En 1855, el Dr. Quirino Flores propuso una reubicación del cementerio hacia el poniente, iniciándose con esto una disputa, porque tres años atrás, Miguel Rivera Maestre había propuesto una ampliación hacia el occidente.  


Sin embargo, sólo se decidió una 
ampliación hacia el Sur, logrando con esto cambiar el acceso al Camposanto.








El Cementerio San Juan de Dios cubrió las necesidades de la ciudad durante 50 años hasta 1881, año en que comenzó a funcionar el llamado “Nuevo Cementerio”.  

Cuando se cerró el antiguo cementerio, se benefició a los dueños de los mausoleos con terrenos en el nuevo cementerio, cuatro veces mayores a los que tenían.

A partir del 31 de  mayo de 1886, se vendieron 
las lápidas de los sepulcros del cementerio de San Juan de Dios que no habían sido reclamadas.  



El primer enterramiento en el Cementerio General tuvo lugar el 1 de julio de 1881, con los restos de Ignacio Zamora.




Asimismo, a partir de 1890 se realizaron exhumaciones para el respectivo traslado al nuevo cementerio. 



El antiguo cementerio pasó a ser un santuario para los deudos así como parte del patrimonio guatemalteco de la época al albergar obras de arte, hasta inicios del siglo XX, en donde los terremotos de 1917-18 las destruyeron. 




El fin del primer cementerio oficial de la ciudad se comprobó cuando en el predio donde éste se ubicaba anteriormente, se realizaron las ampliaciones respectivas de las instalaciones del Hospital General y del Asilo de Dementes. 




A lo largo de su historia, el Cementerio General ha padecido los mismos estragos que la capital, en especial por los terremotos de 1917, 1918 y 1976, que destruyeron muchas de las obras artísticas. Iba a ser ampliado en 1920; no obstante, en 1936 se adquirió un terreno adyacente, que se conoce hoy como La Verbena.























En el Cementerio General se pueden apreciar distintos estilos arquitectónicos que se utilizaron en la ciudad de Guatemala:

Neoclásico: de elementos y composición grecorromanos; hay 380 panteones con estas características.




Neogótico: imitación de estructuras con impulso ascensional, de origen europeo: 43 panteones.




Romántico: esculturas que expresan un sentimiento al espectador: 25 conjuntos.




Historicista: con elementos del pasado en una época posterior: siete panteones.

Neorrománico: imitación de estructuras masivas medievales: quedan dos panteones de este estilo.

Modernista: interpretación local del Modernismo, de las cuales el Art Nouveau fue una variante, caracterizado por su abundante decoración vegetal: 12 panteones.




Art Decó: predominio de las líneas geométricas puras: quedan 316 panteones.




Neocolonial: inspirado en las construcciones de Antigua Guatemala: tres panteones.

Ecléctico: se identifica por la influencia de diversos estilos: 60 panteones.

Dra. en Letras Frieda Liliana Morales Barco













La jardinización fue llevada a cabo durante el gobierno de Jorge Ubico.




En total, junto a las construcciones que poseen un estilo definido, hay 1,906 panteones con valor histórico en el Cementerio General, protegidos por la Ley para la Conservación del Patrimonio Cultural de Guatemala.



El Nuevo Cementerio 


 El Cementerio General, como se conoce actualmente, se denominó a finales del siglo XIX como el Nuevo Cementerio.  Este se comenzó a construir en 1879 y se inauguró en 1881.  

La Hermandad de la Caridad, asociación laica que dirigía el Hospital General 
tuvo la iniciativa de construir otro cementerio debido a que el Cementerio de San Juan de Dios ya no cumplía con el espacio necesario para la urbe.


Durante el gobierno de Justo Rufino Barrios se emitió el Acuerdo No. 190 de fecha 11 de julio de 1876, a través del cual se ordenaba la constitución de otro cementerio para la ciudad, necesidad manifestada por las autoridades del Hospital General. 




En 1877, la Facultad de Medicina y Farmacia nombró una comisión encargada de analizar los lugares más adecuados para establecer un cementerio, ésta fue designada por el Ministro de Gobernación, según noticia del Diario de Centro América de fecha 16 de octubre de 1881.











En la actualidad, se encuentra en marcha un proceso de conservación que permita a las futuras generaciones conocer el valioso legado cultural de sus antepasados.










El Cementerio General y la Penitenciaría Central fueron algunos de los proyectos en los que se observó el retorno a la construcción de edificios con lineamientos clasicistas, ya que en el primero se plantearon transformaciones formales y constructivas, comparándolo con otras construcciones funerarias anteriores.

 En 1880 se inició la construcción del nuevo cementerio, sin embargo fue hasta 1881 que se iniciaron los trabajos para la construcción de la galería de nichos y la conclusión de la bóveda. 






Se han llevado a cabo diversos proyectos de jardinización con plantas exóticas como araucarias, sembradas en 1896, además de ciprés fúnebre, eucalipto, jacaranda y palmera. 







Más recientemente, especies nativas como aguacate, bálsamo, ciprés común, guayaba, jocote, manzanote, matilisguate y pino.




Desde una perspectiva urbanística, el nuevo cementerio permitió que se abriera todo un sector para el desarrollo de la ciudad, al trazarse las llamadas Avenida y Calle del Cementerio y los cantones Barrios, entre el Cantón la Libertad y el Cementerio y el que se llamó Barillas, situado un poco más al sur. 










En 1882 se colocó en la entrada del nuevo cementerio un rótulo de la misma fecha, debido a que no se realizó el año anterior porque el cementerio no contaba con los recursos financieros necesarios de parte del Hospital General.  Incluso se llegó a sembrar maíz y frijol en los terrenos sin utilidad, lográndose una cosecha de 300 fanegas cuya venta aprovechó la institución. 







En 1890 se empezó a utilizar un libro para anotar los enterramientos que se llevaban a cabo en el cementerio; sin embargo, en 1893 a través del Registro Civil se empezaron a realizar informes oficiales de cada defunción ocurrida. 







En 1895, se compró una franja de terreno de 50 varas de frente y fondo, parte de la finca “El Gallito”, con el propósito de ampliar el espacio para las inhumaciones en el Cementerio General.   




Mediante Acuerdo de fecha 26 de julio de 1894 se autorizó al Director del Hospital la compra del mismo, a don Guillermo Rodríguez, propietario del lugar. 




Así también, la Jefatura Política colaboró con la expansión del cementerio, y el 12 de agosto de 1898 autorizó al Director del Hospital General para que se ocupara una cuchilla de terreno situada al sur del cementerio, incorporándola al mismo.



La impronta italiana en el Cementerio General 

 Diversos son los monumentos escultóricos del Cementerio General que presentan una belleza sin igual; la mayoría de estudios que se han realizado sobre estas obras se refieren a los estilos artísticos a los que pertenecen o bien, a la participación de éstos dentro de un área urbanística que en el pasado contribuyó a la idea de europeización del país.  






El Cementerio General de Guatemala a finales del siglo XIX era considerado como uno de los lugares en donde los artistas italianos podían reflejar la calidad de su trabajo. 


En él podían observarse grandes mausoleos y monumentos funerarios que reflejaban el buen gusto de la élite guatemalteca así como la reconocida trayectoria de cada uno de los artistas que participaron en el proyecto de modernización cultural. 



Durante esta época, las familias con solvencia económica mandaban a traer a Italia los mejores mármoles o piezas ya talladas que engalanarían los monumentos funerarios que se realizaban en nuestro país.  Sin embargo, los mausoleos, bases y pedestales de estas obras se realizaban con mármoles nacionales.





Con respecto a la importación de esculturas se produjo un fenómeno interesante observable en el tipo de piezas que vinieron al país y la forma en que éstas fueron consideradas por el público guatemalteco.








 Las obras que se trajeron a Guatemala fueron seleccionadas en base a los patrones que regían la escultura funeraria italiana de la época; sin embargo a pesar de que algunas de las piezas eran réplicas, las obras se vieron como piezas originales e innovadoras debido a la perfección con que fueron elaboradas y por el desconocimiento que existía de las obras que se realizaban en Europa, específicamente en Italia. 




Los monumentos funerarios ubicados en los sectores aledaños a la Calle Principal del Cementerio General, reflejan la concepción de la sociedad guatemalteca de esa época con mayores recursos económicos, de asentarse en el sector más céntrico de la necrópolis, tal como se venía practicando desde la época colonial en la ciudad, en donde el poder económico, político y social se ubicaba alrededor de la plaza central.  







Así mismo, pueden observarse obras que corresponden a los apellidos de familias que fueron parte de los sectores políticos y económicos más poderosos de la sociedad. 










La huella italiana transformó al Cementerio General en uno de los más elegantes de América Central, no sólo dejó su sello estético en la belleza de las piezas ejecutadas sino que contribuyó a convertir a este lugar en un área llena de quietud y reposo, en donde todas las clases sociales pueden sensibilizarse ante la belleza de las obras. 


















Los monumentos funerarios del Cementerio General 
 Los monumentos funerarios en su mayoría con representaciones femeninas y celestiales, reflejan la sensibilidad de los artistas italianos al manifestar lo sublime del sentimiento humano y su concepción respecto a la muerte.






El Cementerio General de Guatemala cuenta con siete calles que van de Norte a Sur, cuatro avenidas que van de Este a Oeste y dos áreas próximas al muro frontal, la Galería Norte y la Galería Sur.  


El área de Los Cerritos corresponde a cuatro sectores sin 
numeración, debajo los cuales se encuentra una estructura arqueológica del sitio Kaminaljuyu, correspondiente al Período Preclásico de la Civilización Maya. 



Se pueden advertir dos sectores bien establecidos, el que se ubica en los sectores I, II, V, VI, IX, X, XIII y XIV. Pero también destacan los ubicados sobre una parte del ala sureste del cementerio. 





En el primer sector mencionado, se ubican los mausoleos de las familias de abolengo,  durante el periodo de entre siglos. 


Resulta interesante advertir como incluso ante el viaje al más allá se da una exclusividad del espacio, un espacio cerrado, elitista y 
dominante, reflejo de la forma de pensar de esta clase social. 





Mientras que en el segundo bloque, se puede advertir que aunque fueron familias 
con algún poder económico, no pertenecieron directamente al núcleo central oligárquico, e 
incluso en la actualidad son apellidos que se han extendido a otras clases sociales o han 

desaparecido. 

Sector conocido como La Isla, destinado a las familias de escasos recursos. 


El área denominada “La Isla” dentro del cementerio se preparó en 1886, para formar parte del mismo a través de un puente para mejorar el acceso con este terreno que limita al poniente con el barranco.



Al obtenerse los fondos respectivos, se 
construyó el puente entre los años de 1886 y 1887, bajo la administración de Miguel 

Coloma y el maestro de obras Luis Monzón.  

Mercado de Flores, adyacente al Cementerio


Negocios de marmolería, donde se esculpen las lápidas y otros ornamentos para los mausoleos y que pululan por el sector de la 20 calle y por la avenida del Cementerio















fotos obtenidas de:

http://cultura.muniguate.com
http://www.prensalibre.com/pl/especiales/ME/cementerio/
http://www.fotopaises.com
http://www.skyscrapercity.com
http://3.bp.blogspot.com/
http://www.flickr.com

http://biblioteca.usac.edu.gt/tesis/07/07_1805.pdf

3 comentarios:

  1. Ya van horas de horas de estar viendo este sitio!. Felicidades que colección de información tan buena. Guatemala de Antaño, recomendaria subir el formato del blogger a un diseño más moderno, pero el valor de esta página es excelente.

    Las página de internet en Guatemala, cada ves son más importante, no solo en diseño, pero por ejemplo, esta en contenido. Yo tengo un par que me gustaría compartir, un blog: www.GuatemalaGlobal.com y también un sitio de clasificados: www.tuanuncioesgratis.com

    Tengo información también de Raul Aguilar Batres si queiren agregarla a su contenido.


    Felicidades y Saludes!,
    Juan F. Aguilar

    ResponderEliminar
  2. Gracias por los comentarios y sì, me agradarìa mucho contar con la informaciòn del Ing. Aguilar Batres

    ResponderEliminar
  3. Es una lastima el pequeño tamaño de la letra, cuesta mucho leerlo, además no tiene bibliografía responsable ni las fotos cuentan con créditos o con pies de foto. ¡Deberían mejorarlo!

    ResponderEliminar

GUATEMALA DE ANTAÑO- LAS CALLES DE MI CIUDAD- LA PERIFERIA

LAS CALLES DE MI CIUDAD LA PERIFERIA ANILLO PERIFÉRICO (BULEVAR ADOLFO MIJANGOS LÓPEZ) ...